Por Marcia Adarve
Que tantos mecanismos tenemos los Colombianos, para ser escuchados? La Constitución contempla mecanismos de participación, representación y demás, cabildos, vocerías y las entidades cuyo lema es atender las quejas y reclamaciones de los ciudadanos: Personería, Veeduría y Defensoría del Pueblo. Que tan ágiles son?....Que tanta cobertura tienen?.. Según estudios recientes, los principales despachos colapsan diariamente ante la imposibilidad de mayor capacidad de atención y mejoramiento de la calidad que imparten a los usuarios.
Los Colombianos realmente no tienen confianza en este tipo de instituciones, por ser procedimientos demasiado lentos, y con poca expectativa de logros. Con respecto a las representaciones en las instancias del congreso de la república, son de difícil acceso al ciudadano del común y obedecen a las formas preestablecidas de agendas parlamentarias pactadas, bancadas políticas y demás artificios que no son precisamente, de servicio a las comunidades.
Las marchas en cambio, parecen ser las formas mas expeditas y preferidas por la ciudadanía, en cualquier país, hoy por hoy. Son de todo tipo, y gozan de notoriedad y atractivo para las redes y prensa alternativa. Es deber de los estados garantizar el derecho a la movilización pacífica como derecho a la protesta de parte de las comunidades principalmente, que no gozan de igualdad de oportunidades, o que no se encuentran debidamente representadas en las instancias tradicionales.
La Participación y Las Redes Cívicas
Hoy más que
nunca nos vemos avocados en las ciudades a crear redes para la participación
ciudadana debido a que los problemas que aquejan a las comunidades nos obligan
a buscar soluciones efectivas para vencer las dificultades, que hacen que la
vida no tenga la calidad optima que cada individuo y familia necesitan, para un
mejor desempeño social y familiar; puesto que lo social es un espejo de lo
individual, estamos seguros que la brecha que nos aparta de la gobernancia
puede disminuirse y con una efectiva
observación de las comunidades.
Es un error
basarse en el descontento para que sea un detonante de la participación del
pueblo, en la política; aquella premisa bien conocida, que los pueblos tienen
los gobernantes que merecen encuentra en esta reflexión su axioma, puesto que
si el individuo observa y participa no solo limitándose al voto democrático
sino extendiendo su vigilancia a una Contraloría social unida al voluntariado, en un común
trabajo de campo, se podrían optimizar y consensuar dentro del marco
legal de las instituciones estatales no solo los proyectos puestos en marcha
por la administración, implementando acciones efectivas para el beneficio
común.
La
participación popular en la política
pública permite la pertinencia para evitar los errores que tanto han
perjudicado en nuestro país el patrimonio de todos; además que podría evitar el
desperdicio del recurso público para que las inversiones funcionen de una
manera más practica con el consenso de todos puesto que la fiscalización del
gasto público a través de las auditorias estatales se limitan al cumplimiento
de un mandato legal de inicio y termino, arrojando en la generalidad informes técnicos
administrativos e informes contables, y en ocasiones sin un
acompañamiento y continuidad sobre el impacto social de manera
permanente.
Es lógico
razonar que con el cambio de una nueva
administración los proyectos ejecutados tengan que volver a partir de cero en
muchos lugares, en tanto se buscan los especialistas adecuados para dar
continuidad a dichos proyectos, perdiendo gran parte de su retroactividad en
algunos casos y las inversiones pierden durante estos procesos su efectividad.
No hace falta
más que medir el descontento en temas de: seguridad , educación, vivienda, salud
y alimentación, para que sirva de radiografía al estado, de que su efectividad
o deficiencia al gobernar, pues en la segunda instancia podrá medir esto por el
malestar que genera en los diversos grupos sociales que salen a una protesta y
esto solo en temas básicos como los antes mencionados sin ahondar en asuntos
más profundos como medio ambiente, derechos naturales y humanos.
Las dimensiones
de la participación ciudadana son mucho más importantes de lo que se piensa,
contrario a lo que opinan muchos de quienes gozan del poder político en la
nación, la participación del común es una importante herramienta que el mismo
gobierno puede aprovechar como una extensión de sus funciones gobernantes para
evitar la deficiencia en los proyectos puestos en marcha, evitando la sensación
cada vez más creciente de injusticia y permitiendo aprovechar la fuerza de
contraste de quienes la critican y que generan comportamientos sociales, que
pueden ser impredecibles para un gobierno como se ha visto a través de la
historia de otros países, ante las decisiones unilaterales del estado, que
pueden de un modo beligerante sumir una nación en el caos.
Se requieren
nuevos modelos para una mejor relación entre las políticas de gobierno y la
sociedad civil. Pero si el ciudadano común no se educa y se concientiza de la
vital importancia de que estas redes cívicas aporten lo necesario para
incrementar una mejor adaptación del
estado a la ciudadanía, esa brecha entre el gobierno y la sociedad civil nunca se
va a salvar.
Escrito por: Marcia
Adar.
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