Comentarios de Claudia Mar para Urdimbre
Escrito por: Felipe Pineda Ruiz
Que tanto se transforma la ciudad, es un cuestionamiento que todos nos hacemos a diario, como habitantes residentes, o visitantes del centro de nuestra querida ciudad de Bogotá, y máxime si su crecimiento es directamente proporcional a su desarrollo, entendido este como bienestar para todos y mejoramiento de las características de habitabilidad armónica y sostenibilidad ambiental.
En las megaciudades de hoy, cualquier estudio de renovación y de planeación urbanística, debe tener no solo un estudio de impacto poblacional sino muy claramente definidos los ruteros hacia donde girará la vida de sus componente sociales, considerados estos como el Patrimonio Vivo, que debe ser priorizado ante cualquier intervención urbanística:
Ese patrimonio lo conforman las personas que se han dado a la tarea de refundar los territorios, donde han surgido sus vidas, y en algunos casos han sido creadores de habitat acorde a necesidades y características de vida, que el Estado no les suministra. y es así como los antiguos pobladores de las ciudades , se han convertido en cuidadores de espacio vital. hasta nuestros días.
La cuidad a través de usos y costumbres en su discurrir, genera patrimonios por prácticas que se resisten a desaparecer, cito el caso del Café Saint Morís y el Café Pasaje, emblemáticos de socialización de la ciudad, como otros tantos restaurantes, barberías etc. tradicionales para varias generacione. Ante el paso de la urgente modernidad, que ha desechado costumbres como el Paseo o Septimaso, prácticas de los abuelos luego de cerrar un negocio o transacción comercial.
Hoy se da paso a la construcción de andenes más anchos y edificios más altos, a costa de inseguridad, amontonamientos y para completar, transmilenio por la séptima, que lejos de ser una solución, se ha convertido en el viacrucis de los capitalinos, al cual nos vemos sometidos diariamente.
Cada vez vemos mas casas antiguas que no se salvaguardaron con medidas de protección patrimonial, que dan paso a parqueaderos, por ejemplo, y la ciudad crece, sin que tengamos ni idea, de lo que pueden hacer los grandes capitales en su desatada y furiosa carrera inversionista. Ese es el común denominador de la perspectiva institucional para la ciudad, y no importa que niveles de contaminación del aire tenemos los bogotanos, y que tanto se afecta a las personas, con estas medidas sin freno, y carentes de estudios serios.
Cada vez vemos mas casas antiguas que no se salvaguardaron con medidas de protección patrimonial, que dan paso a parqueaderos, por ejemplo, y la ciudad crece, sin que tengamos ni idea, de lo que pueden hacer los grandes capitales en su desatada y furiosa carrera inversionista. Ese es el común denominador de la perspectiva institucional para la ciudad, y no importa que niveles de contaminación del aire tenemos los bogotanos, y que tanto se afecta a las personas, con estas medidas sin freno, y carentes de estudios serios.
Nota al margen: Caso que nos aterra, la construcción de la Nueva Cinemateca Distrital con gerentes inversionistas, y concesionarios a veinte años- ya lo estábamos viendo con la disimulada privatización de los espectáculos en el Teatro Jorge Eliecer Gaitán, solo al alcance de selectos bolsillos.
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Las contradicciones de la renovación urbana en el centro de Bogotá
Por: Felipe Pineda Ruiz*
El centro de Bogotá es el reflejo
de las disparidades culturales, económicas y sociales del país. Aunque éste
alberga uno de los enclaves financiero-bancarios más robustos de Colombia, una
de las tres localidades que lo conforman, Santa fe, es una de las cuatro con
mayor población en condición de pobreza en la ciudad, alcanzando el 23,2% de
sus habitantes. Santa fe es a su vez una de las dos localidades con más alto
porcentaje de pobreza multidimensional, 17,4%, solo superada por Bosa (DANE -
SDP Encuesta Multipropósito 2014).
En el centro de Bogotá coexisten
no solo personas de diferentes regiones y etnias sino una amalgama de dinámicas
que se yuxtaponen. En un territorio de tan solo 130.000 habitantes barrios
populares colindan con otros de estratos 4 y 5. En pocos metros es posible
cotejar realidades diametralmente opuestas. Y es precisamente ese uno de los
puntos nodales de la discordia: la gentrificación.Entendida como “la transferencia
de un lugar de una clase a otra, implique o no cambios físicos” (Salins,
1979:3) la gentrificación está cambiando las dinámicas del centro mediante el
auge de una burbuja inmobiliaria sin precedentes en este sector.
Proyectos como City U
(perteneciente al triangulo de Fenicia), BD Bacatá, Museo Parque Central,
Entrecalles, las Torres Atrio, y la Torre Barcelona han valorizado el precio de
los suelos del sector sin generar plusvalías, medidas en transferencia de
rentas y beneficios tangibles, para los moradores de las zonas adyacentes.
Este proceso ha devenido en
dividendos económicos para los constructores, traducidos en aumentos
exorbitantes del valor del metro cuadrado en ciertas zonas del centro de la
ciudad (https://bit.ly/2Ln7BoL). El auge de nuevas construcciones ha traído
consigo centenares de nuevos residentes con niveles educativos, y adquisitivos,
más altos que los de la media de los habitantes con cierta antigüedad en el
sector. La oferta de apartamentos en alquiler, y de bienes y servicios, aumentó
de la misma forma que el costo de vida en el sector (muy por encima del IPC
decretado por el Gobierno Nacional).
Lo anterior ha terminado por
configurar un proceso de gentrificación menos agresiva, cuyos afectados son
personas que ante esta sumatoria de variables han optado por alejarse del
sector. De otra parte, no todos los proyectos urbanísticos en el centro han
sufrido procesos de beneficio recíproco en las negociaciones entre
constructores y propietarios. El Plan Parcial de Renovación Urbana, del
Triángulo de Fenicia (Decreto 146 del 30 de marzo de 2016), se ha constituido
en un paradigma de enajenación involuntaria en el cual los propietarios son
obligados a vender so pena de ser expropiados.
Mediante una sofisticada estrategia
de relaciones públicas, en la cual la premisa de la “responsabilidad social
empresarial” emerge como un salvavidas para la “subclase” empobrecida del
sector, la Universidad de Los Andes ha vendido el proyecto como una oda a la
filantropía, que se resume en uno de los apartes de su sinuosa campaña: “por
eso queremos invitarlos, queridos propietarios, a que se asocien, a que no se
vayan del barrio. Bajo un esquema de vinculación, el proyecto reemplazará los
metros actuales por metros en la Fenicia renovada. Vecino, no se quede por
fuera. Haga parte de la renovación” (https://bit.ly/2uvBbSJ).
* Felipe Pineda Ruiz, publicista, investigador social, director del laboratorio de innovación política, somo ciudadanos (www.redsomosciudadanos.com).
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