Durante el lapso que lleva
la nueva Administración Distrital, como eje central, propuesto en el Plan de
Desarrollo Distrital: ¨Bogotá Mejor¨ en lo que hace referencia a la Renovación
Urbana y el Espacio Público, se aprecia claramente una intención de transformar
la cultura ciudadana de las Ventas Ambulantes, principalmente en en Centro de
la ciudad.
En las últimas décadas,
producto del auge de la economía informal, los procesos de desarrollo en términos
de economía familiar, se han visto favorecidos gracias al trabajo que han
articulado sectores institucionales y los diferentes gremios de vendedores
informales, caso Ipes y la Secretaria Distrital de Integración Social. No
obstante el crecimiento acelerado de la ciudad, citamos el caso del Centro de Bogotá,
donde hoy convergen los ojos de los grandes constructores y emporios educativos,
que sin duda le darán otro carácter a la vida citadina moderna.
Lo que no podemos aceptar,
es que muchas familias que ya no son solamente de estratos bajos, que derivan su sustento de esta forma de
economía, al igual que jóvenes músicos, artesanos y productores de arte
callejero, en si, sean atropellados y golpeados en su vital derecho al
sostenimiento económico, por cuenta propia.
Aporte significativo este, que se hace bajo el mal esquema de informalidad,
porque se desarrolla en las principales avenidas del centro capitalino.
Desde nuestra óptica, es
deber constitucional de la Administración Distrital actual, fomentar el
desarrollo de las nuevas empresas de autogestión, como derecho fundamental que
enaltece la condición humana, en tiempos de crisis, máxime cuando el estado no
puede asumir funciones asistencialistas a personas en condiciones de vulnerabilidad
de ingresos. Es cuestión de priorizar, si el desarrollo humano y sus
componentes sociales son mas importantes que embellecer las calles, la
productividad o el ornato…..
Entramos entonces, en la era
de las megaconstrucciones, que sin duda lucrarán en demasía a los empresarios
del cemento, so pena de extinguir la última oportunidad laboral que puedan
tener centenares de familias colombianas. Por lo tanto a concertar con los vendedores tradicionales y buscar opciones que realmente mejoren su calidad de vida, asi de esta manera hay desarrollo social real y apoyo decidido, para quienes se la juegan dignamente, y ya hacen parte de la vida bogotana de todos y todas.
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